-"Te contaré una historia".- dijo el anciano -"Escucha: hubo una vez una montaña en donde el Sol jamás se ponía; debido a esto, en aquel lugar se dieron seres tanto animados como vegetales de extraordinarias condiciones, como se habían visto pocas veces en el mundo...
"Y ocurrió que, los habitantes de aquella tierra observaron con preocupación como poco a poco, el Sol se fue desplazando en el cielo, hasta casi ocultarse tras el horizonte; las plantas y animales fueron muriendo o disminuyendo en gran número, por lo cual se pensó que quizás nada sobreviviría de aquellas otrora magníficas criaturas...
"Al ver esto, algunos hombres razonaron que tal vez el Sol había cambiado de sitio, como producto de que la noche cósmica habría llegado para su montaña y que una nueva aurora se estaría produciendo quizá en otro lugar...
"Habían podido darse cuenta, que en su tierra existían seres de los valles, otros de los profundos abismos y algunos de las cumbres; y pensaron que sería bueno salvar algo de lo que había producido aquella desfalleciente montaña en sus tiempos de gloria...
"Entre todos los vegetales y animales se seleccionaron únicamente aquellos que tuvieran semillas; ya que éstas al ser tan pequeñitas, podrían volar con el viento, y quizás, reproducir a todo un ser a partir de aquella diminuta cápsula... Se desechó al resto de los seres vivos, ya que no había modo de transportarlos, mas que las altas corrientes de aire...
"Y entre todos los que asemillaban, el escogido fue un árbol, el más torcido e inútil de todos ellos, al que nunca nadie había prestado atención ni pensado en cultivar...
"Se daba en los más áridos montes, soportando los más horrendos ventarrones sin perder su apostura, la que por nacimiento era enmarañada y tortuosa...
"Eligieron algunas de sus semillas y ubicando las corrientes apropiadas, por medio de globos de papel que fueron siguiendo al Sol, se lanzaron hacia el cielo, esperando que algún día encontraran tierras adecuadas para su germinación...
"Luego, aquellos hombres, escogieron a los más jóvenes y fuertes entre ellos y les encargaron buscar, hallar y cultivar a los retoños de árbol que pudieran haber arraigado en aquel otro lugar, ya fuera valle o montaña..."
-"¿Cultivar?"- preguntó el "Hombre".
-"Eso".- contestó el viejo.
-"¿O sea, podarlos y conducirlos en su crecimiento, tal como se daban los árboles finos en la montaña original?"- preguntó el "Hombre".
-"Dejarlos que absorbieran los elementos y desarrollaran libremente de acuerdo a las condiciones ambientales en que les tocara en suerte nacer; sólo si fuera muy necesario, trasplantar a alguno que hubiese arraigado en terreno demasiado adverso para su buen crecimiento..."- contestó el viejo.
-"¿Y eso, no es lo contrario de lo que se entiende por cultivar?"- preguntó el "Hombre".
-"Entre los hombres, cultivar significa normalmente mutilar o deformar como a un "árbol enano"; pero para otros equivale a dejar fluir... para que así el árbol adquiera libremente su natural condición..."- contestó el viejo.
-"Es razonable".- dijo pensativo el "Hombre".
El viejo miró al "Hombre" desde el fondo de sí y dijo:
-"Es."
"Y ocurrió que, los habitantes de aquella tierra observaron con preocupación como poco a poco, el Sol se fue desplazando en el cielo, hasta casi ocultarse tras el horizonte; las plantas y animales fueron muriendo o disminuyendo en gran número, por lo cual se pensó que quizás nada sobreviviría de aquellas otrora magníficas criaturas...
"Al ver esto, algunos hombres razonaron que tal vez el Sol había cambiado de sitio, como producto de que la noche cósmica habría llegado para su montaña y que una nueva aurora se estaría produciendo quizá en otro lugar...
"Habían podido darse cuenta, que en su tierra existían seres de los valles, otros de los profundos abismos y algunos de las cumbres; y pensaron que sería bueno salvar algo de lo que había producido aquella desfalleciente montaña en sus tiempos de gloria...
"Entre todos los vegetales y animales se seleccionaron únicamente aquellos que tuvieran semillas; ya que éstas al ser tan pequeñitas, podrían volar con el viento, y quizás, reproducir a todo un ser a partir de aquella diminuta cápsula... Se desechó al resto de los seres vivos, ya que no había modo de transportarlos, mas que las altas corrientes de aire...
"Y entre todos los que asemillaban, el escogido fue un árbol, el más torcido e inútil de todos ellos, al que nunca nadie había prestado atención ni pensado en cultivar...
"Se daba en los más áridos montes, soportando los más horrendos ventarrones sin perder su apostura, la que por nacimiento era enmarañada y tortuosa...
"Eligieron algunas de sus semillas y ubicando las corrientes apropiadas, por medio de globos de papel que fueron siguiendo al Sol, se lanzaron hacia el cielo, esperando que algún día encontraran tierras adecuadas para su germinación...
"Luego, aquellos hombres, escogieron a los más jóvenes y fuertes entre ellos y les encargaron buscar, hallar y cultivar a los retoños de árbol que pudieran haber arraigado en aquel otro lugar, ya fuera valle o montaña..."
-"¿Cultivar?"- preguntó el "Hombre".
-"Eso".- contestó el viejo.
-"¿O sea, podarlos y conducirlos en su crecimiento, tal como se daban los árboles finos en la montaña original?"- preguntó el "Hombre".
-"Dejarlos que absorbieran los elementos y desarrollaran libremente de acuerdo a las condiciones ambientales en que les tocara en suerte nacer; sólo si fuera muy necesario, trasplantar a alguno que hubiese arraigado en terreno demasiado adverso para su buen crecimiento..."- contestó el viejo.
-"¿Y eso, no es lo contrario de lo que se entiende por cultivar?"- preguntó el "Hombre".
-"Entre los hombres, cultivar significa normalmente mutilar o deformar como a un "árbol enano"; pero para otros equivale a dejar fluir... para que así el árbol adquiera libremente su natural condición..."- contestó el viejo.
-"Es razonable".- dijo pensativo el "Hombre".
El viejo miró al "Hombre" desde el fondo de sí y dijo:
-"Es."