-"¿Cómo puedo aprender a ver, Maestro Árbol?"- preguntó el hombre.
Y el "árbol" contestó:
-"Debes darte cuenta que el ver es en absoluto necesario para la Naturaleza y aún algo que contraviene sus leyes. Todas las cosas en el "cielo" y en la "tierra" responden a propósitos cósmicos, tanto el gran Sol como la pequeña hormiga sirven a una gran armonía, son todos engranajes de una gigantesca maquinaria que se extiende al "pasado-presente-futuro"; del perfecto funcionamiento y disposición de aquellos innumerables engranes depende el equilibrio del "todo", tanto tú como yo somos partes integrantes de él.
Sin embargo, piensa en lo siguiente: imagina que alguna de aquellas dentadas rueditas por algún motivo u otro que no es del caso especificar, decidiera una mañana no funcionar; luego convenciera a otra y a otra de la inconveniencia de laborar bajo tan exigentes condiciones, sin ningún beneficio para sí mismas más que sus míseras existencias de engranes; luego que esta revolución se extendiera a tal nivel que ya nadie querría girar...
De pronto el inmenso ingenio empezaría a detenerse en algún lugar y luego en otro, hasta que de súbito todo se pararía. El Sol ya no querría brillar, ni el pájaro cantar, el mar ya no querría rugir, ni el viento soplar, el rosal no daría su flor y así, de pronto todo moriría. El silencio y la muerte se extenderían por doquier ¿comprendes ahora?"
-"¿De esto debo deducir que el ver, que la consciencia tiene que ver con la muerte?"- preguntó el hombre.
-"La media consciencia, el ver a medias tiene que ver con ésta; la "consciencia” absoluta, el ver absoluto tiene que ver con la "vida-muerte", con la "muerte-vida", es "afirmación-vida-total"".- respondió el "árbol".
Es con respecto a la media consciencia, con el ver a medias, de los medios hombres o árboles de los que la "naturaleza" se defiende. Es por eso que antes de la primera puerta y entre ésta y la segunda existen tantos que vagan sin rumbo, son los que no pudieron acceder a "la-verdad" y que sin embargo ya saben mucho; los destruye pues son peligrosos para ella y para los demás".
-"¿Los destruye o sea los mata?"- preguntó el hombre.
-"Los deja liberados a sí mismos, qué podría ser peor; como cancerberos de sí y de los que son como ellos... cuídate de engrosar sus filas". - respondió el "árbol".
-"¿Debo entender de esto que hay hombres de los cuales la Naturaleza no se defiende, quizás hombres completos?"- preguntó el hombre.
-"Exactamente, cuando un engrane que "comprende" su lugar y su importancia asume su pequeño o gran papel con entrega y amor por el "todo"; éste se manifiesta en él y por él y entonces será un "todo-sol" brillando e iluminando a sus hermanos, un "todo-pájaro" cantando al amanecer, un "todo-mar" rugiendo en la tormenta, un "todo-viento" soplando en el huracán, un "todo-hormiga" arrastrando una hoja hasta su hogar...".- contestó el "árbol".
-"¿Y cómo evitar el ser unos medios hombres, cómo evitar el error?"- preguntó el hombre.
-"Amando, sólo el amor nos hará libres. ¿Pero, quién comprende qué es el amor?"- contestó el "árbol" y luego agregó: "No debemos olvidar que somos y seremos "medios-hombres"; para poder manifestarse "la-luz" necesita a la sombra y nosotros no somos una excepción. Jamás seremos totalmente hombres y sin embargo siempre lo hemos sido; la luz y la oscuridad no existen, en verdad sólo son "luz-clara" y "oscura-luz" y juntas son "luz-conciliación", "luz-total", "luz" ".
-"Y siendo esto así hay algo extraño en ello, porque la Naturaleza parece esperar en cierta forma a los seres que ven o adquieren consciencia. ¿Es qué los necesita?"- preguntó el hombre.,
-"Correcto, así como necesita engranajes mecánicos, necesita engranajes autónomos; los unos y los otros le son necesarios".- respondió el "árbol".
-"¿Y si le son tan necesarios por qué es tan difícil acceder a la Verdad?"- preguntó el hombre.
-"Únicamente por las irregulares condiciones de existencia imperantes en nuestro mundo".- respondió el "árbol" y luego agregó: "La naturaleza de la "naturaleza" es su "mecanicidad": el Sol sale por un lado y se pone por el otro, un año sigue a otro y así en todas las cosas... nadie puede cambiar esto.
Imagina nuevamente una inmensa maquinaria, por ejemplo un enorme reloj... Si por algún motivo acortamos el péndulo, el reloj andará más rápido, será inexacto, se adelantará, si lo alargamos viceversa; sin embargo no podremos culpar a su "mecanicidad" que es perfecta, sino al que acortó o alargó el péndulo. En nuestro planeta pasa igual, la "mecanicidad" de la “naturaleza” está correcta, pero paradójicamente se opone con mayor vigor a que podamos liberarnos del error; lo que en otras partes es la norma aquí es la excepción, así el más grande de los "hombres" de esta Tierra, es muy poca cosa en otra tierras".- contestó el "árbol".
-"Maestro Árbol, comparas a nuestro planeta con un reloj?"- preguntó el hombre.
-"Es un reloj en sí mismo y un engrane de otro mayor".- respondió el "árbol".
-"Creo entender".- contestó el hombre.
-"Te contaré una historia que quizás aclare en algo tus dudas".- dijo el "árbol":
"Era una vez un hombre muy poderoso quien era dueño de muchas montañas y en cada una de ellas crecía la vida en sus múltiples formas; pero sucedió que en una de éstas un invierno cualquiera duró más de la cuenta, llovió, llovió y llovió y fue tanta el agua que del cielo vino que barrió con las plantas y las flores; los pequeños animales y los grandes murieron ahogados o por falta de pastos, los pájaros al no tener donde posarse murieron de cansancio y así donde antes hubo vida sólo quedó desolación. Al principio una gran montaña de barro y luego un inmenso cúmulo de piedras que se elevaba hasta las nubes fue el saldo de tan inmensa catástrofe.
Cuando el dueño de la montaña se enteró de lo que había pasado en una de sus posesiones, se apenó mucho, pues le tenía gran afecto a su propiedad; luego se dijo que quizás pasando el tiempo ésta se repoblaría de árboles, de animales y de plantas; sin embargo pasaron muchos años y seguía en desértica condición.
Entonces decidió que de sus otras montañas traería semillas de árboles y las sembraría cada cierta distancia, así poco a poco el polvo que viniera con el viento, se fijaría en sus raíces, luego los pájaros anidarían en sus copas, traerían semillas y la vida comenzaría poco a poco en derredor de aquellos "árboles"
Pasó el tiempo y efectivamente la vida creció bajo ellos. Oasis de ésta florecían en aquella desolación, mas el hombre observó que bajo éstos solamente se desarrollaban pequeñas plantas y criaturas, hongos y líquenes; pero que curiosamente no arraigaban nuevos árboles provenientes de las semillas de aquellos primeros, a no ser algunos pequeños y deformes que no sobrepasaban jamás a sus progenitores y que además degeneraban a su especie.
Entonces el hombre, de allí en adelante plantó retoños fuertes traídos de sus otras montañas, los que reemplazaban a los que iban envejeciendo y muriendo. Y el hombre se dijo: "He aquí que parece ser ley en esta montaña que ya no se den árboles salvo los que nacen bajo mis retoños, los que son débiles y enfermos, ya que nunca alcanzaron la luz por sí mismos viviendo bajo el ancho follaje de sus progenitores. Es por eso que plantaré cada cierto tiempo cerca de los grandes y viejos, uno fuerte y nuevo traído de mis otras posesiones; tan lejos como para que absorba por sí mismo la luz del Sol, tan cerca como para que sus imponentes y majestuosas presencias lo protejan de los vientos, tempestades y peligros del profundo abismo...". He aquí mi historia".- dijo el "árbol" y luego agregó: "La ley natural funciona en la montaña del cuento; pero debido a las condiciones anormales producto de la "gran-lluvia" ésta actúa deficientemente, en sí misma es correcta, en sus efectos es incorrecta...".
-"Maestro Arbol, debo entender de tus palabras que los maestros, que los hombres y los árboles de tu historia tienen mucho que ver; incluso que estás sugiriendo solapadamente que fuiste plantado aquí, pero que tu origen es de otra montaña. ¿Es eso correcto, no temes a la vanidad, no temes al autoengaño? ¿En dónde queda la humildad, no será todo una construcción desquiciada de una mente enferma?"- preguntó el hombre.
Y el "árbol" contestó:
-"En mi relato y en todo lo que te he dicho existe mucho que puede ser "comprendido"; si meditas en mis palabras descubrirás en ellas todo lo que yo soy; sin embargo, hasta donde llegues con ellas y por éstas depende únicamente de ti.
Además la preocupación por la humildad es para los soberbios, por la verdad para los mentirosos, por la vanidad para los vanidosos, por la cordura para los dementes; "la-verdad" o "la-consciencia" es "luz" en sí misma, es "afirmación-absoluta", está más allá del bien y del mal, de la vida y la muerte. ¿Pero, quién es capaz de entender esto?
Al asesino y al malvado le preocupan la ley y el derecho, al ladrón la honestidad y al impuro la pureza... el camino se ríe de todo eso... me río de todo esto..."
-"Maestro... te estás endiosando...".- dijo asustado el hombre- "Estás blasfemando, te comparas con La Verdad, con Dios...".
-"Calla y comprende, tonto y vanidoso...".- contestó suavemente y risueño el "árbol".
Y el hombre, dando un grito huyó aterrorizado, escapó corriendo hacia el pueblo...
Y el "árbol" contestó:
-"Debes darte cuenta que el ver es en absoluto necesario para la Naturaleza y aún algo que contraviene sus leyes. Todas las cosas en el "cielo" y en la "tierra" responden a propósitos cósmicos, tanto el gran Sol como la pequeña hormiga sirven a una gran armonía, son todos engranajes de una gigantesca maquinaria que se extiende al "pasado-presente-futuro"; del perfecto funcionamiento y disposición de aquellos innumerables engranes depende el equilibrio del "todo", tanto tú como yo somos partes integrantes de él.
Sin embargo, piensa en lo siguiente: imagina que alguna de aquellas dentadas rueditas por algún motivo u otro que no es del caso especificar, decidiera una mañana no funcionar; luego convenciera a otra y a otra de la inconveniencia de laborar bajo tan exigentes condiciones, sin ningún beneficio para sí mismas más que sus míseras existencias de engranes; luego que esta revolución se extendiera a tal nivel que ya nadie querría girar...
De pronto el inmenso ingenio empezaría a detenerse en algún lugar y luego en otro, hasta que de súbito todo se pararía. El Sol ya no querría brillar, ni el pájaro cantar, el mar ya no querría rugir, ni el viento soplar, el rosal no daría su flor y así, de pronto todo moriría. El silencio y la muerte se extenderían por doquier ¿comprendes ahora?"
-"¿De esto debo deducir que el ver, que la consciencia tiene que ver con la muerte?"- preguntó el hombre.
-"La media consciencia, el ver a medias tiene que ver con ésta; la "consciencia” absoluta, el ver absoluto tiene que ver con la "vida-muerte", con la "muerte-vida", es "afirmación-vida-total"".- respondió el "árbol".
Es con respecto a la media consciencia, con el ver a medias, de los medios hombres o árboles de los que la "naturaleza" se defiende. Es por eso que antes de la primera puerta y entre ésta y la segunda existen tantos que vagan sin rumbo, son los que no pudieron acceder a "la-verdad" y que sin embargo ya saben mucho; los destruye pues son peligrosos para ella y para los demás".
-"¿Los destruye o sea los mata?"- preguntó el hombre.
-"Los deja liberados a sí mismos, qué podría ser peor; como cancerberos de sí y de los que son como ellos... cuídate de engrosar sus filas". - respondió el "árbol".
-"¿Debo entender de esto que hay hombres de los cuales la Naturaleza no se defiende, quizás hombres completos?"- preguntó el hombre.
-"Exactamente, cuando un engrane que "comprende" su lugar y su importancia asume su pequeño o gran papel con entrega y amor por el "todo"; éste se manifiesta en él y por él y entonces será un "todo-sol" brillando e iluminando a sus hermanos, un "todo-pájaro" cantando al amanecer, un "todo-mar" rugiendo en la tormenta, un "todo-viento" soplando en el huracán, un "todo-hormiga" arrastrando una hoja hasta su hogar...".- contestó el "árbol".
-"¿Y cómo evitar el ser unos medios hombres, cómo evitar el error?"- preguntó el hombre.
-"Amando, sólo el amor nos hará libres. ¿Pero, quién comprende qué es el amor?"- contestó el "árbol" y luego agregó: "No debemos olvidar que somos y seremos "medios-hombres"; para poder manifestarse "la-luz" necesita a la sombra y nosotros no somos una excepción. Jamás seremos totalmente hombres y sin embargo siempre lo hemos sido; la luz y la oscuridad no existen, en verdad sólo son "luz-clara" y "oscura-luz" y juntas son "luz-conciliación", "luz-total", "luz" ".
-"Y siendo esto así hay algo extraño en ello, porque la Naturaleza parece esperar en cierta forma a los seres que ven o adquieren consciencia. ¿Es qué los necesita?"- preguntó el hombre.,
-"Correcto, así como necesita engranajes mecánicos, necesita engranajes autónomos; los unos y los otros le son necesarios".- respondió el "árbol".
-"¿Y si le son tan necesarios por qué es tan difícil acceder a la Verdad?"- preguntó el hombre.
-"Únicamente por las irregulares condiciones de existencia imperantes en nuestro mundo".- respondió el "árbol" y luego agregó: "La naturaleza de la "naturaleza" es su "mecanicidad": el Sol sale por un lado y se pone por el otro, un año sigue a otro y así en todas las cosas... nadie puede cambiar esto.
Imagina nuevamente una inmensa maquinaria, por ejemplo un enorme reloj... Si por algún motivo acortamos el péndulo, el reloj andará más rápido, será inexacto, se adelantará, si lo alargamos viceversa; sin embargo no podremos culpar a su "mecanicidad" que es perfecta, sino al que acortó o alargó el péndulo. En nuestro planeta pasa igual, la "mecanicidad" de la “naturaleza” está correcta, pero paradójicamente se opone con mayor vigor a que podamos liberarnos del error; lo que en otras partes es la norma aquí es la excepción, así el más grande de los "hombres" de esta Tierra, es muy poca cosa en otra tierras".- contestó el "árbol".
-"Maestro Árbol, comparas a nuestro planeta con un reloj?"- preguntó el hombre.
-"Es un reloj en sí mismo y un engrane de otro mayor".- respondió el "árbol".
-"Creo entender".- contestó el hombre.
-"Te contaré una historia que quizás aclare en algo tus dudas".- dijo el "árbol":
"Era una vez un hombre muy poderoso quien era dueño de muchas montañas y en cada una de ellas crecía la vida en sus múltiples formas; pero sucedió que en una de éstas un invierno cualquiera duró más de la cuenta, llovió, llovió y llovió y fue tanta el agua que del cielo vino que barrió con las plantas y las flores; los pequeños animales y los grandes murieron ahogados o por falta de pastos, los pájaros al no tener donde posarse murieron de cansancio y así donde antes hubo vida sólo quedó desolación. Al principio una gran montaña de barro y luego un inmenso cúmulo de piedras que se elevaba hasta las nubes fue el saldo de tan inmensa catástrofe.
Cuando el dueño de la montaña se enteró de lo que había pasado en una de sus posesiones, se apenó mucho, pues le tenía gran afecto a su propiedad; luego se dijo que quizás pasando el tiempo ésta se repoblaría de árboles, de animales y de plantas; sin embargo pasaron muchos años y seguía en desértica condición.
Entonces decidió que de sus otras montañas traería semillas de árboles y las sembraría cada cierta distancia, así poco a poco el polvo que viniera con el viento, se fijaría en sus raíces, luego los pájaros anidarían en sus copas, traerían semillas y la vida comenzaría poco a poco en derredor de aquellos "árboles"
Pasó el tiempo y efectivamente la vida creció bajo ellos. Oasis de ésta florecían en aquella desolación, mas el hombre observó que bajo éstos solamente se desarrollaban pequeñas plantas y criaturas, hongos y líquenes; pero que curiosamente no arraigaban nuevos árboles provenientes de las semillas de aquellos primeros, a no ser algunos pequeños y deformes que no sobrepasaban jamás a sus progenitores y que además degeneraban a su especie.
Entonces el hombre, de allí en adelante plantó retoños fuertes traídos de sus otras montañas, los que reemplazaban a los que iban envejeciendo y muriendo. Y el hombre se dijo: "He aquí que parece ser ley en esta montaña que ya no se den árboles salvo los que nacen bajo mis retoños, los que son débiles y enfermos, ya que nunca alcanzaron la luz por sí mismos viviendo bajo el ancho follaje de sus progenitores. Es por eso que plantaré cada cierto tiempo cerca de los grandes y viejos, uno fuerte y nuevo traído de mis otras posesiones; tan lejos como para que absorba por sí mismo la luz del Sol, tan cerca como para que sus imponentes y majestuosas presencias lo protejan de los vientos, tempestades y peligros del profundo abismo...". He aquí mi historia".- dijo el "árbol" y luego agregó: "La ley natural funciona en la montaña del cuento; pero debido a las condiciones anormales producto de la "gran-lluvia" ésta actúa deficientemente, en sí misma es correcta, en sus efectos es incorrecta...".
-"Maestro Arbol, debo entender de tus palabras que los maestros, que los hombres y los árboles de tu historia tienen mucho que ver; incluso que estás sugiriendo solapadamente que fuiste plantado aquí, pero que tu origen es de otra montaña. ¿Es eso correcto, no temes a la vanidad, no temes al autoengaño? ¿En dónde queda la humildad, no será todo una construcción desquiciada de una mente enferma?"- preguntó el hombre.
Y el "árbol" contestó:
-"En mi relato y en todo lo que te he dicho existe mucho que puede ser "comprendido"; si meditas en mis palabras descubrirás en ellas todo lo que yo soy; sin embargo, hasta donde llegues con ellas y por éstas depende únicamente de ti.
Además la preocupación por la humildad es para los soberbios, por la verdad para los mentirosos, por la vanidad para los vanidosos, por la cordura para los dementes; "la-verdad" o "la-consciencia" es "luz" en sí misma, es "afirmación-absoluta", está más allá del bien y del mal, de la vida y la muerte. ¿Pero, quién es capaz de entender esto?
Al asesino y al malvado le preocupan la ley y el derecho, al ladrón la honestidad y al impuro la pureza... el camino se ríe de todo eso... me río de todo esto..."
-"Maestro... te estás endiosando...".- dijo asustado el hombre- "Estás blasfemando, te comparas con La Verdad, con Dios...".
-"Calla y comprende, tonto y vanidoso...".- contestó suavemente y risueño el "árbol".
Y el hombre, dando un grito huyó aterrorizado, escapó corriendo hacia el pueblo...